Me enamoré de Valparaíso, de sus colores y sus casitas tan originales. Caminarla me hizo feliz. A una hora y veinte de Santiago, está “Valpo”.

Tiene un poco de cada mundo porque es una ciudad portuaria y al mismo tiempo está ubicada sobre varios cerros empinados (de miles y miles de colores). Tiene una fuerte identidad artística y en sus calles se respira el aire bohemio de cada artista y cada mural.

Sus cerros

Lo que tenés que conocer sí o sí en una vista son los cerros que le dan un paisaje tan particular a la ciudad. Son una zona que antiguamente recibió una gran inmigración de europeos, quienes diseñaron un trazado urbano con pasajes y miradores. Y es ideal perderse caminando en sus callecitas de colores.

Hay tres cerros más conocidos: Concepción, que tiene su arteria principal en la calle Montealegre y es conocido por su llamativa iglesia luterana, La Santa Cruz. Bellavista, nombrado por las hermosas vistas se abren desde él. Y Alegre, famoso por sus casonas de arquitectura representativa de los inmigrantes inglesa y alemana de fachadas coloridas.

La casa de Neruda

Valparaíso es llamado “un museo al aire libre”, pero además tiene varios espacios culturales que vale la pena conocer. Entre ellos la de Pablo Neruda, otro artista que marcó la identidad de la ciudad (desde la literatura en su caso).

“Quiero hallar en Valparaíso una casita para vivir y escribir tranquilo. Tiene que poseer algunas condiciones. No puede estar ni muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso”, pidió el autor y así encontró a La Sebastiana, hoy casa-museo. Conserva objetos referidos a Neruda, colecciones de mapas antiguos y pinturas.

Ascensores

Al ser tan empinada, la ciudad tiene ascensores que se volvieron uno de sus íconos más conocidos. Muchos fueron inaugurados a principios de 1900 e incluso finales de 1800. Un dato extra: Es una Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

El almuerzo panorámico lo tuvimos en Cafe Turri, una casona de 1846